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Ecomochuelo

YO, EMPRESARIO

Ciertamente si alguien me hubiera dicho que algún día tendría mi propia empresa y sería, por tanto, empresario, no lo hubiera creído y además me habría ofendido. Para mi esta palabra de siempre ha tenido connotaciones negativas: hombre gordo baboso con puro y sombrero de copa, con un malvado brillo avaricioso en sus ojos, sin escrúpulos a la hora de explotar a otras personas y a destruir el medio ambiente tan solo para llenar un poco más su cartera o tener más poder.

Está claro que si éste estereotipo existe será porque habrá empresarios así, creo además conocer a alguno, pero por suerte existen otras realidades. Yo soy un hombre, con un cigarrillo y sin sombrero, y estoy de pie en un charquito. Según la teoría de los charquitos, cada persona puede comparar su propia economía, el dinero que maneja, con un charquito.

La persona está en medio del charquito, y una de sus obsesiones, no la única por suerte, es evitar que se seque. El charquito aumenta sus proporciones, tanto en extensión como en profundidad, cada vez que hay un ingreso, y mientras este sea mayor, mayor será el crecimiento del charquito. Como nos situamos en un concepto abstracto y fantasioso podemos jugar con la idea de hundirnos en nuestro charquito y bucear en él, pero solo cuando tiene las dimensiones necesarias para cubrirnos. Como la gran mayoría sabemos, el charquito no da normalmente para estos paseos subacuáticos, pues entre pagar alquiler o hipoteca, algo que comer, un vehículo y algún vicio que otro, el charquito apenas nos salpica los tobillos y podemos salir de él con un pequeño salto.

Pero entonces me hago empresario montando una cooperativa que tiene su propio charquito, conectado con el mío y con el de mis compañeros. No es que trabaje más que antes, pero de repente empieza a crecer el charquito bajo nuestros pies, crece, crece y crece… qué extraña sensación,… pero igual de rápido se seca, se seca, se seca,…. Entran y salen de este nuevo charquito volúmenes de agua antes para mi impensables. Si fuera capaz de canalizarlos para que se quedaran debajo de mi conseguiría el sueño del pelotazo: el charquito crecería más y más hasta formar un vasto océano a mi alrededor, la vista se perdería sin alcanzar sus límites y jamás se secaría. ¡!!Sería riiiiiiico, rico de verdad!!!

Pero no me gusta la idea de verme solo en mitad del océano. A mi me gusta pensar que mi charquito personal, junto con el charquito de nuestra cooperativa, está en un bosque, donde hay más personas con sus charquitos personales y colectivos, y que los podemos juntar, compartiendo charquitos e ilusiones para dar lugar a arroyos, riachuelos, ríos, estuarios, marismas, mares y océanos donde encontrarnos, viajar, bucear, y ser capaces de generar la lluvia que alimente los nuevos charquitos que cada persona de este planeta necesita para vivir.

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