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HAY QUE DEJAR DE CRECER

HAY QUE DEJAR DE CRECER Ningún sistema puede crecer indefinidamente. Existen unos límites físicos que de ninguna manera se pueden superar. El ejemplo más claro es la población humana global. Existe un límite obvio que es el planeta tierra y los recursos naturales que existen en él. Podemos confiar en que la tecnología encontrará la manera de llevarnos a otros planetas donde seguir creciendo y explotar los recursos que existan en ellos, pero de momento no es una alternativa realista. Siendo realistas lo que debemos hacer es controlar nuestro crecimiento y la explotación que hacemos cada día de los recursos naturales.

Pero no es eso lo que hacemos, sino todo lo contrario. Bajo la premisa del crecimiento económico continuado, cada día que pasa intentamos incrementar tanto nuestros beneficios como nuestros consumos, lo cual se traduce en la actual crisis ambiental. Esta crisis ambiental no solo genera la desaparición de numerosas especies, sino que envenena el aire que respiramos y los alimentos que comemos, con lo cual nos destruimos a nosotros mismos poquito a poco. Son numerosas las sociedades humanas que se han colapsado por sobrepasar sus propios límites naturales debido a un excesivo crecimiento, y ese es el camino que lleva nuestra actual sociedad hiperconsumista.

En el caso de Andalucía ya podemos dar la voz de alarma, pues los indicadores tienen sus luces rojas encendidas. La Huella Ecológica es uno de ellos. Se define como “El área de territorio productivo o ecosistema acuático necesaria para producir los recursos utilizados y para asimilar los residuos producidos por una población definida con un nivel de vida específico, donde sea que se encuentre esta área”. Dicha superficie, al ser comparada con el territorio productivo disponible, en este caso Andalucía, nos dice si estamos consumiendo recursos y generando residuos por encima de nuestras posibilidades o no. En 1996 la huella ecológica de cada andaluz era de 4,1 hectáreas por habitante, y en el 2001 pasó a 4,6 hectáreas por habitante, mientras que el territorio productivo disponible pasó de 1,77 a 1,76 hectáreas por habitante. De aquí se deduce que cada persona que vive y consume en Andalucía, aparte de explotar todos los recursos que le ofrece este territorio, está consumiendo 2,84 hectareas de territorio exterior, lo cual se traduce en injusticia social y desequilibrio ambiental.

Las empresas de economía social en Andalucía somos un ejemplo a seguir en muchos aspectos, y tenemos la oportunidad de ser pioneras en el ámbito de la sostenibilidad: si logramos llevar a la práctica los preceptos del desarrollo sostenible, fomentando las economías locales, consumiendo recursos locales renovables, disminuyendo el gasto energético, haciendo habitables nuestros pueblos y ciudades, generando riqueza laboral y fomentando la justicia social, cuando el actual sistema económico y social entre en proceso de colapso nosotros estaremos preparados para afrontarlo minimizando sus consecuencias funestas.

Hacer realidad el desarrollo sostenible implica consumir menos y desalojar de nuestras mentes la necesidad de crecer económicamente de manera continua para sustituirla por la necesidad de crear unas condiciones social y ambientalmente justas. No hacerlo nos lleva de cabeza al desastre con todas las tarjetas de crédito en el bolsillo.

1 comentario

Laura CastroMesones -

Ya lo dice un proverbio indio:
cuando el último árbol haya sido cortado, cuando el último rio hay sido envenenado y cuando el último pez haya sido pescado, el hombre se dará cuenta de que el dinero no se puede comer.

Un beso.
Pd. Cada día yo también aprendo y aprendo.